A todo se acostumbra todo, menos a no comer.


Es así que estamos auto-definidos como seres vivos, habitantes de un ecosistema y diferentes de una roca o un cilindro de uranio. Todo ser vivo en este planeta se alimenta de una u otra forma, en mayor o menor cantidad, velocidad, tipo de nutriente o fuente de energía y precisamente en este último y extenso ingrediente es donde la cosa se pone interesante, ya que a medida que la ciencia va aprendiendo de sus errores a base de golpes y grandes regadas, se ha comenzado a hablar de la energía del pensamiento.

Aún no encuentra -a la luz de las técnicas tradicionales- una forma de cuantificarla y cualificarla de manera precisa, y uno de los errores lógicos en este punto es que justamente, no es algo tan simple como un haz de luz, un chorro de agua, un flujo de electrones o el volumen contenido en un empaque con una medida fija.

¿Cómo esperan medir algo tan complejo como el pensamiento, utilizando métodos tan simples y pequeños? No es posible, es como intentar medir la fuerza de una explosión nuclear con una regla de 30 cm.

Dando por hecho que estamos de acuerdo en el punto anterior, la parte sabrosa de este artículo viene a continuación:

Me limitaré a tratar con la única especie viva con la cual tengo un trato constante, así que a efectos prácticos, olvidarse de perros, gatos, pericos, jejenes, ácaros, jirafas, chupacabras, pejelagartos y demás criaturas distintas a la de la raza humana.

Una vez que nuestras células han recibido nutrientes por los muy conocidos y placenteros actos de comer y beber, teóricamente nuestras necesidades debían estar cubiertas… tal y como los animales de la selva o los micro-organismos… ¿O no?. . . . ¿Pero que pasa? ¡Los humanos no tienen suficiente con eso! 

Desde que la historia comenzó a ser, hemos armado alboroto por prácticamente todo:
-El Dios del rayo, del agua, de la tierra, de los animales…
-Porque los de la otra tribu nos quieren bajar nuestra comida.
-Porque los de la otra tribu no reconocen a Tláloc, Chucho, Michael Jackson o María Teresa.
-Porque la piel y cuerpo de los de la otra raza son "más feos" o son más resistentes.

Y una vez que las guerras a base de balazos acabaron, ahora armamos alboroto por:
  • -Que el iPad es una porquería o es un invento revolucionario.
  • -Que la vecina tiene mejores tetas que mi mujer.
  • -Que alguna compañía es abusiva o no (no leyeron el contrato y firmaron).
  • -Cualquier cosa que les pasa a los famosos… si, esas personas que nunca conocerás en vivo y que no importando lo que tu hagas, ellas seguirán con su vida.


A estas alturas, alguno de ustedes ya debe haberse dado cuenta de cuál es el otro alimento al que evidentemente nos han educado -mal educado, según mi percepción- para pedir a gritos, bajo amenaza de que si no nos lo dan, esta civilización colapsará.

Por favor, no me crean ciegamente, en vez de eso, investiguen ustedes mismos (si es que su interés por el tema se los permite) cuánta energía utiliza un ser humano en toda actividad cerebral y por ende, emocional. A esto, añadan un hecho comprobable de la misma manera que se puede comprobar y realizar la transmisión de energía eléctrica sin cables: Toda energía generada se disipa de una u otra forma. Toda materia es capaz de recibir energía y reaccionar a ella.

En términos mundanos:

El pararse frente a otra persona y comenzar a soltar tus emociones al relatarle cualquier evento fuerte en tu vida, da lugar a un flujo de energía que puede fotografiarse y la persona que está escuchándote no sólo captará tu voz e interpretará lo que dices, tu lenguaje corporal, olores… también estará expuesta a todo lo demás que tu estás emanando.

Comemos emociones, somos afectados por la energía del pensamiento.

Y como en toda dieta, uno puede decidir de que alimentarse.

¡Mastiquen esto!

Comentarios

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