El centro de las cosas


Hace una hora llamó por teléfono una mujer que no conozco, su nombre es Sara. Ella marcó el número del departamento en busca de mi mamá, "Pancha Rosa", ignorando que hace más de un año ha pasado a otro plano. En general, me considero un tipo sensible y considerado y es a causa de esto que cuando me encuentro con una persona que está frágil o susceptible, intento prepararla un poco ANTES de soltarle una noticia o una frase fuerte. Así hice con Sara, conversé largamente con ella e hice que el humor de la plática ganara algo de calidez, antes de decirle que a quien ella buscaba había muerto. La plática continuó siendo cálida y creo que provechosa para ambos. Felicidad.


¿Que tiene que ver esto con el título de esta entrada y la foto? ¡Ah, tiene todo que ver!El centro de la ciudad es uno de tantos paisajes urbanos que compartí con mi madre, el centro de mi vida durante por lo menos mi infancia. Es también en el centro de las emociones y el pensamiento donde están enterradas, guardadas, escondidas, disfrazadas, engendradas, distorsionadas, prostituidas y demás "das" las emociones más encarnadas y difíciles de acceder, (como el centro del DF) y donde la gente regular puede aislar aquellas emociones no resueltas, no expresadas y enfermarse.

El centro de la ciudad de México guarda aún la memoria de más de 400 años de vivencias, y como muchos de nosotros, el centro de nuestras vidas rara vez sufre una transformación radical, pues estas memorias se desean, aunque sean dolorosas.

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